miércoles, 23 de noviembre de 2022

América latina : actualidad económica

 Continente con más de 600 millones de habitantes, América Latina ha sido duramente golpeada por el año 2020. Todo el territorio ha sufrido de la crisis del Covid 19, precipitándolo en una emergencia económica y social sin precedentes. Esta epidemia es sin duda un punto de inflexión, porque ha puesto de manifiesto las debilidades de las sociedades latinoamericanas, preexistentes y  ocultadas por el crecimiento de ciertas economías emergentes del continente.
En América Latina, el 10% más rico capta el 54% de la riqueza producida en el continente.

La pandemia, revelando las debilidades de las sociedades latinoamericanas

De hecho, la pandemia no ha hecho más que revelar y acelerar una crisis cuyo origen hay que buscarlo en las estructuras de economías que adolecen de falta de diversificación de sus sectores y que no son lo suficientemente redistributivas. Por ejemplo, ¿qué tienen en común México, la segunda economía continental con sus 126 millones de habitantes, 1.5 millones de contaminaciones, y Costa Rica, con 5 millones de habitantes y 170,000 contaminados? 
Las diferencias son numerosas en un continente que, sin embargo, tiene puntos de unidad que explican la extensión de la onda expansiva económica de la crisis sanitaria: una protección social en gran parte incompleta, una fiscalidad que no permite que el Estado beneficie suficientes ingresos públicos, la instalación de un sistema económico exportador en detrimento de un modelo de producción y transformación local.
En estas condiciones, el continente no puede ofrecer alternativas creíbles y sostenibles a los países exportadores asiáticos desde la década de 2000 tanto como a sus socios europeos o norteamericanos. 

Un continente de contrastes

Colombia y Perú se habían acostumbrado durante la última década (2010-2020) a tasas de crecimiento cercanas o superiores al 5% anual. Brasil y México se han sumado a la lista de países miembros del G20. Sin embargo, desde la década de 2010, no faltaron las señales de advertencia: Brasil, Venezuela, que sin embargo posee las mayores reservas de petróleo del mundo, pero también Argentina o Ecuador, anunciaron la desaceleración. La tasa de crecimiento del continente fue de 0,5% entre 2015 y 2019. Esta situación generó tensiones sociales y políticas que estallaron a lo largo de 2019.

Las conflagraciones sociales revelaron un malestar cuyos orígenes y profundidad fueron recordados por la crisis del Covid 19. Aumento del empleo vinculado a la economía informal, que representa el 54% del total, sensación de abandono social, falta de integración y apoyo a la dimensión regional, todo lo cual se ha visto reforzado en el año 2020. 

En este orden de ideas, las cuestiones ambientales, las relativas a la protección social y de la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y los residuos en los grandes centros urbanos, el acceso al empleo en condiciones de formación técnica y profesional o académica, se convierten en nociones que remiten a los fundamentos de una sociedad. 

Una breve conclusión

Los países latinoamericanos, aunque ubicados en la misma entidad territorial, presentan diferentes historias económicas. No todos han experimentado la misma evolución, que también se ha visto frenada unánimemente por la crisis del Covid. Argentina, Brasil, Uruguay y Chile ahora aparecen como "buenos alumnos" si nos basamos exclusivamente en la tasa de crecimiento. Pero es necesario analizar la economía de estos países con más datos, para tener una visión global relevante. Así, todos los países de la región enfrentan flagrantes desigualdades sociales, una preocupante explotación de los recursos naturales; pero también son países con un importante gasto en educación, y en los que existe una actividad económica atractiva, especialmente para los inversores extranjeros (como demuestra la creciente presencia de China en la región…).

miércoles, 9 de noviembre de 2022

EEUU / China: el choque de las potencias económicas

 EEUU / China: el choque de las potencias económicas

Aunque EEUU ya no domina la economía mundial a gran escala, sigue dominándola e influyendo en ella de forma decisiva. Sin embargo, el ascenso de China está causando una creciente preocupación en el otro lado del Atlántico. La preocupación de los EEUU se nota en el uso frecuente de medidas agresivas de política comercial o de sanciones económicas contra su adversario, denominado como rival estratégico en los documentos oficiales de la administración estadounidense. 


El choque de las potencias


Los EEUU, primera potencia económica mundial desde los principios del siglo XX

La preponderancia económica de EEUU continuó creciendo durante la primera mitad del siglo XX, alcanzando un máximo de casi el 30% del PIB mundial en 1950, antes de descender a menos del 25% a principios de la década de 1960.  
La economía estadounidense fue la fuente de las principales innovaciones tecnológicas que impulsaron el crecimiento económico de los Trente Glorieuses al extenderse al resto del mundo occidental, especialmente a través de las inversiones internacionales y el establecimiento de empresas multinacionales en muchos países.
Además, Estados Unidos dominó las principales instituciones internacionales creadas durante este periodo de auge económico: en el plano comercial, se fomentó el comercio internacional; en el plano monetario, se reconoció al dólar como equivalente al oro, garantizándose esta estabilidad a través del FMI. 

Una hegemonía disputada por China, a pesar del inconstante avance del rival estadounidense

La economía estadounidense es considerablemente más productiva que la china, su principal competidor, el único que probablemente la igualará y superará en el futuro. 
La diferencia de renta per cápita constituye un primer indicador. Aunque se ha reducido en los últimos cuarenta años, de 1:20 en 1980 a 1:5 en 2018, sigue siendo considerable: 53.000 dólares en Estados Unidos frente a 13.000 dólares (PPA) en China, lo que corresponde al nivel de vida medio de los estadounidenses en la década de 1970.
Por otra parte, el aumento de la productividad en la economía china ha sido meteórico, con el traslado de millones de trabajadores agrícolas a puestos de trabajo industriales, los intensos esfuerzos de inversión y reorientación y la modernización tecnológica de las empresas. Pero la población activa de China ha entrado en una fase de descenso desde principios de la década de 2010 (-2,8% entre 2011 y 2018), un descenso que continuará en los próximos años.
Por lo tanto, parece probable que el crecimiento de la renta per cápita siga disminuyendo, como ha sucedido en otros países de la región que han experimentado un crecimiento importante en el pasado. Japón y Corea, por ejemplo, experimentaron una fuerte ralentización del crecimiento de la renta per cápita cuando ésta alcanzó un nivel cercano al alcanzado actualmente por China.

Estados Unidos sigue ejerciendo su dominio financiero y monetario 

El dólar estadounidense sigue siendo la moneda más utilizada a nivel internacional para comparar precios, liquidar intercambios y pedir préstamos. 
La mayoría de las reservas de los bancos centrales se mantienen en dólares: la proporción de esta moneda era de alrededor del 62% a finales de 2018, frente al 21% del euro y menos del 2% de la moneda china, el yuan.
El dólar es también el patrón de medición de precios más utilizado a nivel internacional. Para la mayoría de las materias primas, empezando por el petróleo, tanto los precios al contado como a plazo y otros derivados de precios se cotizan en dólares. 
Por último, el dólar sigue siendo la moneda más utilizada para facturar el comercio internacional, la mayor parte del comercio se factura en un número limitado de monedas : el dólar y el euro. La participación del yuan, en torno al 1% de los flujos mundiales -desde un máximo del 3% en 2015-, sigue siendo muy baja.

En conclusión...

Estados Unidos es hoy una potencia cuestionada, pero su economía sigue siendo un vector de influencia y acción sin parangón en la competencia por la hegemonía mundial. La economía estadounidense es la fuente de los "choques", de las "crisis", pero también del crecimiento, que se reflejará en la economía mundial. Este control económico implica una afirmación ostentosa de la primacía de los intereses nacionales estadounidenses y el uso de instrumentos de sanción a veces mal aceptados (embargos, amenazas): la reacción de las demás potencias parece, pues, normal y esperada. Los llamamientos a la recuperación de la soberanía económica, especialmente por parte de China, parecen anunciar el fin de la hegemonía económica estadounidense, aunque ciertamente esto no ocurrirá en un futuro próximo. 


























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